El Efecto Bystander (Espectador) o Síndrome Genovese es un fenómeno psicosocial en el que la gente es incapaz de socorrer a un prójimo en necesidad cuando hay otras personas presentes. Entre más gente haya cerca, menos son las probabilidades de que la pobre víctima reciba pronta atención, incluso al punto de morir esperando que alguien actúe.
Según los psicólogos, las razones más comunes para este comportamiento van desde miedo puro hacia lo que está pasando, hasta -y más comúnmente- miedo a quedar mal frente al resto de la gente o "confianza" en que alguien más (tal vez alguien "mejor") vendrá a socorrer a quien lo necesita.
Este fenómeno psicológico tiene algún parecido con una teoría mediática, la Espiral del Silencio. Esta reza que entre más se difunda una opinión y se convierta en dominante, más se silencian las opiniones o líneas de pensamiento alternativo.
Es decir, que aunque me guste el helado de fresa, probablemente frente a la mayoría que ama el chocolate, voy a decir que la fresa hasta alergia me da, con tal de que mi manera de pensar no me aisle del grupo social en el que me desenvuelvo, o me quedaré callada esperando inútilmente a que Tía Florita valide mi forma de pensar, para entonces yo saltar y decir "Sí, es verdad. Las fresas son ricas" . Y entonces, puede ser que, un día, hasta desaparezcan todas las fresas, porque nadie nunca fue capaz de defenderlas en un simple helado.
Y así pasa también en la cultura, la economía y la política, en grandes orbes y pueblitos: la opinión dominante -que no siempre es la correcta- emerge grande y fuerte de entre otras, segura de que nadie va a echarla abajo porque eso podría significar para algunos un suicidio en diferentes ámbitos; aunque a corto, mediano o largo plazo, implique un homicidio colectivo de proporciones épicas, que probablemente se podría haber prevenido, pero en el que nadie alzó la voz para detener la masacre.
Una vez, alguien me contó cómo su sobrina que estaba en el kínder, tenía problemas con la maestra y su compañeritos, porque cuando los ponían a dibujar, ella pintaba las montañas de azul. La maestra, iracuanda, la regañaba frente a todos, agarraba la crayola verde y le pasaba por encima al tono que la niña había escogido, ante la risa burlista de sus compañeritos, que no entendían por qué aquella otra pintaba diferente a ellos, a pesar de que si se asomaban por la ventana, las montañas de verdad no eran tampoco completamente verdes.
A pocos días de las elecciones presidenciales -quizás de las más decisivas en mucho tiempo- de un país que se ha caracterizado por ser más siervo menguado que libre, no puedo dejar de asociar las teorías mediáticas y psicosociales con los fenómenos políticos que se vienen gestando en Costa Rica desde hace ya algún tiempo.
"Un pueblo tiene el Gobierno que merece", dicen algunos ¿Se lo merecerá por ser gallina? Apartando a quienes votan ciegamente por un color -incluida mi santa madre, que probablemente me jale las patas por andarla criticando a estas alturas-, me parece que existe un grupo -un grupo importante- que parece no estar contento con el rumbo del país, pero que sin embargo, cuando tiene la oportunidad, prefiere asumir la posición de una mayoría o de un grupo de poder consolidado, aunque a fin de cuentas el voto es secreto.
De todo corazón, aunque desgastada y ahuevada le digo: no se convierta en estadística, en ejemplo de una teoría, en chiquito de kinder "del montón", que es moldeado a gusto de otros. Sálgase de la "zona de confort", critique, cuestione, instruya (se). Que no le de miedo que su opinión sea escuchada -que quién quita un quite y sea también la opinión de otros, o la opinión que necesitaba alguien escuchar para tomar decisiones-, pero sobre todo, que su opinión esté fundamentada. Lea, conozca. No se conforme con el Lado A de la historia. Indague, pregunte. Incluso, escuche otras formas de pensar aunque le parezcan disparatadas. Que su voz no se silencie, que se haga escuchar en las urnas.
Mi única advertencia -si es que me jura que ya hizo la tarea- es que si está conforme con cómo se mueven las cosas actualmente, hay algo en esa búsqueda de información que no está haciendo bien. O quizá esté disconforme, pero como al resto parece no importarle, ud también se encuentra "quedito". Nuevamente, no se convierta en Teoría. Reaccione, luche. Todo se resume en informarse y actuar con criterio. Pero como dicen por ahí "Si no estás enojado, no estás poniendo atención".
Es hora de canalizar ese enojo, de convertirlo en una fuerza que transforme, que busque una nueva perspectiva que beneficie a muchos más. País tenemos sólo uno. ¿Lo seguirá verse desangrar o correrá a su auxilio, sin importar lo que diga la gente a su alrededor?
Pido disculpas por el sancocho de ideas. Mucho qué decir, poco espacio y mucho enojo :).
Publicado originalmente en 89decibeles
3 comentarios:
Me parece excelente el post, pero hay que tener cuidado... una cosa es sentirse conforme con la situación actual y otra es escoger la mejor ruta para el cambio. A fin de cuentas, el voto es un asunto bastante "finito" (matemáticamente hablando). No se puede votar específicamente sobre todos los asuntos públicos. Y nunca existe una opción óptima. Así que votar por "el cambio" porque todo el mundo piensa que hay que cambiar... pues... también sería caer en lo mismo... ¿no? Sea como sea, hay que buscar la opción con más probabilidad de convertirse en la mejor (porque hasta eso, cosas que en el papel se ven tan bonitas, pueden ser un desastre en la práctica).
Interesante el efecto en la gente. El famoso "eso no es mi problema" o "que lo resuelva alguien más".
No todo está perdido Ro. Por alguna estúpida razón todavía podemos hacer algo, aunque la masa idiota siga haciendo lo mismo.
mochas gracias amigo
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