lunes, septiembre 21, 2009

A Bid Farewell.

No sé por qué me late que probablmente este sea uno de los últimos posts que haga estando mami a la par mía. A veces quisiera pensar que si le bajaran las dosis de las drogas, ella volvería a ser quien fue. Al menos un cachito de quien era.
Ella está conmigo ahorita. Más bien yo estoy con ella, porque ella, su mente, está en una galaxia lejana. Los medicamentos, la morfina, la está convirtiendo rápidamente en un cuerpo sin vida. 

A finales de la semana pasada tuve que solicitar la incapacidad para cuidar enfermos terminales. Fue algo que quise postergar lo más que pude, tal vez como una forma inconsciente de pensar que aún quedaba esperanza o como una negación de que por algún tiempo tendría que sacrificar mi vida por la de ella. Y bueno, a fin de cuentas, ya que lo hice, no es tan doloroso (el sacrificio). Es doloroso ver el desgaste, eso sí. La dosis de morfina hubo que subírsela, y eso evidentemente hace que mami no tenga ni fuerzas ni mente para llevar una vida normal. Heme aquí escribiendo mientras ella duerme. Ya las órdenes de "trague" o "beba" se han vuelto difíciles de seguir.

Óscar, mi novio, se ha portado como un caballero. A fin de cuentas tuve que contarle porque un día me envió un correo alarmista, diciendo que me había sentido rara en el chat y que si era que no quería estar con él. En fin, que ya todo explicado, yo me sentí aliviada y él también, aunque dice que la última semana en el extranjero se le hizo eterna.

Óscar temporalmente ha trasladado sus piyamas y pantuflas a mi casa, a pesar de que sabe que tendrá que lidiar con un ambiente algo triste, con alguna que otra rabieta mía y con centenares de latas de atún, porque ambos estamos imposibilitados para cocinar (por inútiles). Al menos es un apoyo en casa, y espero siempre con ansias su regreso del trabajo.

El miércoles ma tendrá su primera visita domiciliaria de parte de la Clínica del Dolor (un lugar maravilloso, con gente maravillosa). Tengo mil preguntas e inquietudes, porque estar sola a cargo de un enfermo que se va debilitando poco a poco, no es "qué dicha", como me dice más de un conocido que llama preguntando por ella. "Qué dicha que ya la está cuidando", como si yo fuera omnipotente y tuviera la fuerza física y el conocimiento para desempeñar la labor en toda su complejidad. Y eso que creo que lo he hecho bien -hasta a inyectar tuve que aprender-, mas estoy a años luz de quedar satisfecha con lo que me toca hacer, y sobre todo, aún no logro dejar de pensar que esta es una carga que no debería tocarle a nadie solo. No hablo de apoyo moral, hablo más que todo de las cuestiones prácticas.

La carga sentimental son otros 100 pesos. No tengo el tiempo ni la fuerza para sentarme a llorar. Se me escapa entre horarios de inyecciones, las acompañadas al baño y los raticos que me quedan para recuperar energías (durmiendo). Tampoco tengo el tiempo para escuchar los lamentos de quienes -valga la redundancia- lamentan lo que está pasando. Creo que -aunque nunca puede ser al 100%- he asimilado ya parte de este proceso. No quiero tener que lidiar con los mocos y las lágrimas de quienes dicen que se van a quedar "solas" porque pierden a una confidente, cuando YO me quedo sola, no solo porque pierdo a una confidente, sino a una amiga, al amor de mi vida, a mi mamá. No puedo retroceder a ese estado. Ya tendré tiempo de volver a esa "etapa", pero no ahora. Entonces se hace agotador ese lamento de otros.

Y en fin. Creo que como ya me dijeron por ahi, estoy más bien en la etapa de "espero que esto termine pronto", tanto por mi salud como por -y sobre todo- por la dignidad del enfermo. Estos procesos te hacen cuestionar hasta a Dios, porque no entendés por qué una persona tiene que tener una final tan agónicamente largo y doloroso (ya luego filosofás de por qué igual la gente tiene que morir trágicamente, etc, etc.. mientras te bajás un buen trago de lo que sea). Pero en fin. Luego de berrinchear y caer en cuenta que ni siquiera has vuelto a rezar un Padre Nuestro porque no te nace, también caés en cuenta que las cosas inevitablemte tienen un propósito misterioso, y se dan hasta que El de Arriba quiera. Creás o no creás.

miércoles, septiembre 02, 2009

Morphine blues

La salud de mami se ha ido deteriorando poco a poco. Ese dolor de espalda perenne y agudo no se quita con nada. Recientemente se pasó a la anestomosis, es decir, en el pegue de la operación también siente dolor. Los medicamentos que mejor le hacen son los antiinflamatorios no esteroideos (me he vuelto experta en nombres extravagantes), con la advertencia por parte de drs, la internet y el mismo prospecto del medicamento de que puede provocar sangrado gástrico.

Pues la advertencia era cierta. Hace algunos días tuvo que ir de emergencia al Hospital porque efectivamente algo andaba mal. Después del lavado estomacal y de la gastro, se corroboró el sangrado, y nos dieron la "sorpresa extra" de que al parecer el cáncer había vuelto y estaba atacando la parte sana de estómago, iróncamente donde no habían quedado ganglios ni donde al parecer había metástasis.

Por cierto, y en nota aparte, no existe lugar más bizarro que la entrada de Emergencias de cualquier hospital. Es una montaña rusa de emociones, aunque la mayorìa de picos son dolorosos. Ahí te solidarizás, agradecés egoistamente que hay otros peores, y hasta llorás por aquellos que ves sufriendo. Como cuando todos corrimos a asomarnos por la ventana cuando escuchamos gritos desesperantes. Familiares de un muchacho, tirados en la acera frente al Hospital, que venían a verlo después de un accidente, para enterarse que ya había muerto. Ahí te das cuenta que hoy sos y mañana quién sabe, pero que al menos tenés el presente para hacerlo lo mejor posible. ........

Bueno. Después de pasar la noche en observación y constatar que ya no había sangrado, la mandaron "volada" a nueva cita en oncología, para saber qué hacer: si más quimio, si otra operación... alternativas que para mami no son muy positivas, porque la primera fue mortal y la segunda, muy pesada y concha. En ambos casos creo que piensa que no vale la pena intentarlo. Costo/ beneficio que llaman. De todas maneras, el oncólogo, el cirujano y el dr. de cuidados que la cuidan están todos de vacaciones.

Y como el dolor seguía y como con el antecedente de sangrado ya no podemos jugárnosla con las pastillas normales, le dieron una referencia para la Clìnica del Dolor, un paraíso para el enfermo, con buen trato y hasta musiquita instrumental de esas que calman hasta a la peor bestia. En palabras de mami: "hasta parece una clínica privada". Para que vean, que en algún momento, aunque sea en el ocaso de sus vidas, van a recibir un buen trato en el Seguro Social.
Pero bueno, tampoco. Porque no puedo quejarme del trato que ha recibido mi familia y yo durante todos los años que hemos visitado por una u otra razón el Seguro. En fin.

La Clìnica del Dolor en el Calderón Guardia es eficiente, el trato de los Drs. es maravilloso y las soluciones son prontas. A mami le mandaron morfina, junto con un coctel de otros medicamentos para apaciguar el dolor, abrir el apetito y evitar el estreñimiento. La mayorìa inyectada, en horas precisas y con instrucciones especiales. Tiene dos especies de catèter en el estómago por la que hay que inyectarla (yo sé que es como "de mentirilla", pero son también mis primeros pasos en el mundo de las inyecciones-todo un arte eso-). Tiene que acostumbrarse a los medicamentos. Por el momento, mami es un pequeño abejón de mayo, pero la Dra. asegura que pronto podrá hacer su vida normalmente, y sin dolor.

Las vecinas y amigas de mami se han portado como ángeles. mis compañeros de trabajo también. Los amigos que se van enterando han estado pendientes de todo. Mi novio (¿les conté que "re apareció" de nuevo alguien de mi adolescencia, que es bueno y con el que llevo un par de meses?) está en fuera del país. Con ese ha sido difìcil porque mientras me llama y me escribe contando lo maravilloso que está su viaje, yo tengo que guardar las apariencias, porque no quiero arruinar la alegría con la que está viviendo esa experiencia. Pero en fin. Vamos a ver qué pasa. Yo no sé ni qué pensar, ni qué pedir. No estoy peleada con Dios ni con mis santos amigos, pero es muy difícil saber qué pedir. Uno desearía más años, un milagro, pero cuando te sentís impotente ante el dolor, no descartás pedir otras cosas.

Les agradezco a todos los que me mandan las buenas vibras, si no he respondido a correos o a mensajes, no es por ser malagradecida. Lo tengo en cuenta, lo comento con ella, lo agradecemos juntas. Simplemente, a veces uno se siente saturada de lo mismo, y no quiere seguir redundando en un tema que parece no tener fin. Hasta en el trabajo uno trata de escaparse un poquito de la realidad.

Seguimos en la lucha.