martes, junio 13, 2006

Inconformidad...

¿A veces no sienten que el alma quiere una cosa y la mente otra?

Mi cabeza y mi espiritu han estado en constante batalla por los últimos meses... Una no soporta ya el "abuso" laboral al que aveces se siente expuesta y el otro lo justifica porque sabe que lo que hace es lo que le gusta.

En los últimos dìas la pelea se ha vuelto más reñida. La mente logró salirse de la situación y se embarcó en ua nueva aventura donde tiene menos penas y preocupaciones. Sin embargo, es ahora el espíritu el que està deprimido y desubicado: ya no hace lo que le gusta, y no sabe si va a poder soportar seguir el rumbo de esa manera.

La mente le "mete ánimos", le dice que ya terminó el abuso, que ya no hay que lidiar con la incompetencia, que ahora ambas tienen a su cargo a otros, que ahora hay más tranquilidad laboral y económica. Y además, todos estàn contentos de esa nueva tarea. Pero el espíritu la ve de reojo...con una sonrisa sarcàstica se sienta en el caño, estira las piernas y le dice: "¿Pero es que no ves que no vas a ser feliz? ¿No te acordás qué es lo que te gusta de esta profesión?". La mente se le queda viendo con cierto aire de sospresa.

El espíritu continúa: "¿De qué te sirve estar ¨económicamente estable¨ si no te gusta mucho lo que hacés (y se que estás haciendo el esfuerzo por que te guste), si no te ves en un año haciendo lo mismo, si ni a vos ni a mi nos gustan los horarios de oficina (y ahora los tenemos que cumplir), si odiás tener que lidiar y "mandar" a mucha gente (y ahora es tarea de todos los días), y si, sobre todo, sabés que es muy difícil que volvamos a trabajar en algún proyecto de esos que nos apasionaban, de los que nos enamorábamos, al punto de soñar con ganar un reconocimiento?"

La mente le dice: "si...pero todos están tan contentos por nosotros.... Deberíamos intentarlo por un tiempo. Al rato y nos gusta. ¿No creés que es mucha gente a la que decepcionaríamos? Gente que depositó su confianza en nosotros. No podemos hacerles eso.... ¿o si?

El espìritu hace otra muequilla y baja la mirada. La mente termina también por sentarse en el caño. Estira las piernas y mira hacia el frente. De nuevo ese silencio con el que nunca se van a poner de acuerdo.

Mientras, el tiempo sigue corriendo.